La definición de la dependencia provoca todavía una discusión abierta. El Consejo de Europa describe en 1998 la dependencia como un estado en el que se encuentran las personas que "por razones ligadas a la falta o la pérdida de capacidad física, psíquica o intelectual tienen necesidad de asistencia o ayudas importantes para realizar las actividades de la vida diaria". De forma similar, la OMS la define en 1980 como la "restricción o ausencia de la capacidad de realizar alguna actividad en la forma o dentro del margen que se considera normal". Entre las actividades observadas figuran las de la vida diaria: asearse, vestirse, comer y beber, cuidar del propio bienestar, preparar la comida y cuidar la vivienda, así como participar en la movilidad.
El concepto de dependencia se puede ampliar al ámbito social. Una persona se puede considerar socialmente dependiente cuando como consecuencia de limitaciones severas de orden físico o mental requiere la ayuda de otra persona para realizar actos vitales de la vida cotidiana.
El elemento esencial de estas formulaciones es que la dependencia toma su carácter definitivo cuando se necesita de manera sistemática la ayuda de otra persona.
El listado de actividades más utilizado en los diferentes estudios para la clasificación y medición del grado de dependencia se basa en cuestionarios que miden la necesidad o no de ayuda de una o más personas en las actividades básicas de la vida diaria (comer, control de esfínteres, andar, asearse, vestirse, bañarse) y/o instrumentales (usar el teléfono, comprar, preparar la comida, tareas domésticas, utilizar transporte, tomar la medicación, administrar dinero, salir a la calle).
De acuerdo a las actividades de la vida diaria (básicas e instrumentales) enumeradas previamente, la dependencia se clasifica en:- Dependencia leve: necesita ayuda en menos de 5 actividades instrumentales.- Dependencia moderada: necesita ayuda en una o dos actividades básicas o más de 5 actividades instrumentales.- Dependencia grave: necesita ayuda en tres o más actividades de la vida diaria.
La atención a las personas en situación de dependencia y la promoción de su autonomía personal constituye uno de los principales retos de la política social de los países desarrollados. El reto no es otro que atender las necesidades de aquellas personas que, por encontrarse en situación de especial vulnerabilidad, requieren apoyos para desarrollar las actividades esenciales de la vida diaria, alcanzar una mayor autonomía personal y poder ejercer plenamente sus derechos de ciudadanía.