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BIOCARBURANTES

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Destinados a la producción de biocombustibles, suponen una salida rentable para el sector agrícola, aunque algunos expertos dudan de sus bondades ecológicas. El Protocolo de Kyoto, que restringe la emisión de gases de efecto invernadero, y los planes europeos para incrementar las energías renovables, conllevan el desarrollo de la industria de los biocombustibles, basada en la producción de los denominados "cultivos energéticos". Se trata de cosechas de crecimiento rápido destinadas a la obtención de energía o como materia prima para otras sustancias combustibles. El cambio climático es ya un hecho reconocido por todos. Los gobiernos de los principales países industrializados han tomado conciencia, comprometiéndose, en mayor o menor grado, a reducir las emisiones de gas que podrían agudizar el calentamiento global del planeta.

Pero, ¿cómo se puede reducir el consumo de estas fuentes energéticas sin que ello altere y limite otros hábitos de consumo? Sobre esta pregunta se han realizado muchas, y distintas, valoraciones; y la principal conclusión revela que, reduciendo el gasto de carbón, petróleo y gas natural, sólo sería posible mantener el derroche energético actual mediante el uso de energías alternativas, que favorecen además un mayor equilibrio en el medio ambiente.

Una de estas energías renovables y limpias son los biocombustibles (bioaceites y bioalcoholes) obtenidos de las especies vegetales (colza, remolacha, girasol...). A diferencia de los combustibles tradicionales (petróleo, carbón y gas natural), éstos no se encuentran almacenados en la tierra, sino que proceden de las plantas, que obtienen sus constituyentes del CO2 de la atmósfera a través del proceso de la fotosíntesis (este CO2 es el mismo que desprenden los motores como producto de la combustión).

Respecto a los bioaceites, su obtención es posible a partir de más de 300 especies vegetales, fundamentalmente de sus semillas y frutos (los más utilizados son de colza, especialmente, y de la palma, girasol o soja). Estos aceites se extrae normalmente por compresión, por extracción o por pirólisis (por acción del calor), aunque el conseguido en estos dos últimos procesos no resulta adecuado para su utilización en motores de combustión interna (los instalados en los automóviles actuales). Una segunda operación, conocida como transesterificación, permite obtener ésteres (compuestos químicos con alcohol) para su aplicación en motores diesel.

Sin embargo, el coste resultante de todos estos procesos es todavía demasiado elevado, lo que hace de estos aceites en sí un producto, de momento, poco competitivo en el mercado desde un punto de vista económico.

El alcohol, complemento para la gasolina

Los bioalcoholes utilizados como fuente de energía son el etanol y el metanol. El uso de alcoholes en los motores como una alternativa a la gasolina se propuso, y se realizó a gran escala, tras la crisis energética de principios de los años setenta (Brasil fue el país que más recursos dedicó), pero, pasada la euforia inicial, su uso decayó progresivamente, y, en la actualidad, se proponen como aditivos de la gasolina y no como sustitutivos de ésta..

Según los expertos, es factible que un motor de combustión interna, como el que se instala en los automóviles de hoy en día, funcione con biocombustible, si bien cabe que matizar que su máximo rendimiento se limita todavía a motores de poca potencia.

Costes de los biocombustibles

No se encuentra un biocombustible líquido (bioalcohol y bioaceite) que sea claramente más ventajoso que otro (la elección dependerá del fin al que se destine), ni siquiera por su coste, que varía en función de diversos factores: materias...

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  • OverDrive Read
  • EPUB ebook

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