Las apuestas no deben tomarse nunca como inversión, sino como el juego que es. Ante este escenario, no es conveniente realizar ingresos muy potentes, y mucho menos jugarlos de una sola vez. No solo es posible perderlos, sino también reincidir en el error.
Y no importa ser un experto en las materias o disciplinas objeto de la apuesta, pues el azar será el elemento relevante para su resolución.
Por otra parte, no hay que plantearse una ganancia garantizada en las apuestas, porque con toda seguridad se vendrán al traste. La mejor opción es jugar y divertirse y, si es posible, con la mínima aportación de efectivo: será el mejor antídoto para no ser un adicto al juego, incluso compulsivo.
Si la cuenta aporta beneficios, en este caso la mejor estrategia consistirá en recuperar los importes jugados.